Hoy la playa era enorme. La mar baja, y entre las dunas y esa línea de agua de la orilla parecía estar todo. Se diría que podrías caber entera, toda tú, tan menuda y tan inabarcable. La leve brisa era silbada por las nubes altas que no eran estorbo del Sol, mientras caminaba buscando una oquedad amplia, un agujero leve de arena donde dormir pensando estar en tu ombligo, donde cerrar los ojos para verte en esta tarde y que quedemos mirándonos como aves claras.
viernes, 11 de julio de 2008
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