lunes, 18 de agosto de 2008

Deseando el día

Parece que el Sol no es ya lo que fue semanas atrás, que la piel resiste cada vez menos la desnudez, la falta de abrigo. Yo te lo negaba hace una semana cuando volviste al trabajo y tenías la sensación de que el verano empezaba a recoger sus abalorios de temporada, aquellos con los que había adornado el paisaje y el clima. Pero hoy soy yo quien te lo dice después de haber dormido por primera vez tapado con las sábanas y algo más lejos de tu piel. Tal vez los dos nos debimos dar cuenta anteayer, en la playa, el cielo se encapotaba un poco con delgadas nubes altas y el viento erizaba demasiado nuestra piel después del baño. Incluso tiritabas al nadar. Tal vez por ello, inconscientemente, empezamos a hablar del Otoño, e iban apareciendo en nuestro horizonte nuevas cosas que hacer, nuevos momentos que vivir. Hablamos del campo en otoño, de caminar por él durante todo el día los dos juntos. Algo que dejamos pendiente, algo que retomaremos. Lo fácil que nos resulta ahora hablar de nuestro futuro cuando sabemos que las cosas que planeamos se irán cumpliendo. Las estaciones han ido pasando sobre nosotros como ciclos durante este tiempo. Prueba de ello es que mucho de lo que deseábamos los dos en esa misma playa, hace solamente un año, ya se ha hecho realidad.
Esperemos entonces el Otoño como quién espera el día, sabiendo que viene siempre después de la noche.

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