miércoles, 27 de agosto de 2008

Cien años de soledad

Si alguien me pregunta por dónde he estado este verano. Diré el nombre de varias ciudades reales, entre ellas, Macondo.

lunes, 18 de agosto de 2008

Deseando el día

Parece que el Sol no es ya lo que fue semanas atrás, que la piel resiste cada vez menos la desnudez, la falta de abrigo. Yo te lo negaba hace una semana cuando volviste al trabajo y tenías la sensación de que el verano empezaba a recoger sus abalorios de temporada, aquellos con los que había adornado el paisaje y el clima. Pero hoy soy yo quien te lo dice después de haber dormido por primera vez tapado con las sábanas y algo más lejos de tu piel. Tal vez los dos nos debimos dar cuenta anteayer, en la playa, el cielo se encapotaba un poco con delgadas nubes altas y el viento erizaba demasiado nuestra piel después del baño. Incluso tiritabas al nadar. Tal vez por ello, inconscientemente, empezamos a hablar del Otoño, e iban apareciendo en nuestro horizonte nuevas cosas que hacer, nuevos momentos que vivir. Hablamos del campo en otoño, de caminar por él durante todo el día los dos juntos. Algo que dejamos pendiente, algo que retomaremos. Lo fácil que nos resulta ahora hablar de nuestro futuro cuando sabemos que las cosas que planeamos se irán cumpliendo. Las estaciones han ido pasando sobre nosotros como ciclos durante este tiempo. Prueba de ello es que mucho de lo que deseábamos los dos en esa misma playa, hace solamente un año, ya se ha hecho realidad.
Esperemos entonces el Otoño como quién espera el día, sabiendo que viene siempre después de la noche.

viernes, 11 de julio de 2008

Playa de Levante. 10 de Julio de 2008.

Hoy la playa era enorme. La mar baja, y entre las dunas y esa línea de agua de la orilla parecía estar todo. Se diría que podrías caber entera, toda tú, tan menuda y tan inabarcable. La leve brisa era silbada por las nubes altas que no eran estorbo del Sol, mientras caminaba buscando una oquedad amplia, un agujero leve de arena donde dormir pensando estar en tu ombligo, donde cerrar los ojos para verte en esta tarde y que quedemos mirándonos como aves claras.

domingo, 8 de junio de 2008

Inocencia

En la azotea le esperaba su sitio tras la columna. Escapaba de los ojos de su madre y contemplaba a su vecina subir las escaleras, cargada con el aroma a tela lavada, aún vestida con la seda de su bata. Ya fuera, se desvestía y quedaba desnuda tendiendo como si fuera la única mujer sobre la Tierra. Las sábanas tendidas ondeaban y se pegaban a su cuerpo desnudo acoplándose a sus formas, soñaba entonces con abrazarla. Creía que ella se desnudaba sabiéndose sola. Pero una mañana, al subir a su escondite, encontró allí dulces que olían y sabían a ella.
____
Relato ganador del Concurso de Microrrelatos Página2 (TVE). Marzo 2008.

sábado, 31 de mayo de 2008

París no se acaba nunca

"Después de vivir en París, uno queda incapacitado para vivir en cualquier sitio, incluido París"
John Ashbery


La segunda reseña literaria del mes va para el último libro que he acabado (anoche), y también para uno de los escritores que más he leído recientemente. Puede que este libro de Vila-Matas no vaya a formar parte de sus grandes obras (El viaje vertical, El mal de Montano o Doctor Pasavento), ni tampoco esté entre sus grandes libros de relatos (por encima de todos Suicidios ejemplares), y no lo estará porque ni es un conjunto de relatos, ni una novela. Tampoco son unas memorias aunque sea claramente autobiográfico, ni una trascripción de una conferencia como quiere su estructura hacernos creer. Es una particular apuesta narrativa en la que, a pequeños sorbos, el autor nos relata sus vivencias en el París más bohemio. Y digo a pequeños sorbos porque el libro, de sólo 233 páginas, está fragmentado en nada menos que 113 capitulo-fragmentos. Desde que lo empecé advertí que era un libro para disfrutarlo en pequeñas dosis. Además esas dosis las he espaciado en el tiempo (mientras que leía sólo unos fragmentos a la semana he leído también otras obras) y las he degustado como una taza de té bien caliente.

Descubrimos aquí un Vila-Matas más liviano y divertido que nunca. Con su humor irónico (verdadero tema central de la obra) y sin dejar de lado esa implicación que requiere del lector para que busque entre sus páginas lo que de verdad está en ellas. Tema delicado este de la verdad, en un autor que se ha convertido en su propio personaje literario y en el que ya es imposible separar realidad de ficción. Y tiene su lógica, mas cuando uno se enfrenta siempre a un libro de Vila-Matas sabiendo que va a leer una obra que utiliza la propia literatura como vehículo para narrar su historia. Algo ya indisoluble en la nueva narrativa hispana que quizás tenga en su máximo exponente al tristemente desaparecido Roberto Bolaño.

Dejo la recomendación ya aquí para que descubráis a este autor si aún no lo habéis hecho. Sería un buen comienzo iniciarse con este París no se acaba nunca, tal vez seguir con Bartleby y compañía y ya perderse de tal modo en su mundo literario, de personajes fantasmagóricos que deambulan por una ficción que puede que no sea tan ficticia.






viernes, 30 de mayo de 2008

Pensamientos "a porta gayola" por un cartel

Encontrarme con un cartel similar a este (con la misma consigna pero con diferente ilustración), hace tan sólo unos días, me llevó a preguntarme por qué yo, que suelo tener una actitud muy crítica y una opinión formada para casi todo, no comparto para nada esta reivindicación que cada vez se hace oír con más fuerza entre mi generación. No me corresponde a mí defender la Fiesta Nacional pues jamás he participado de ella. Por ello ni la alabo ni la denuesto, simplemente me considero una persona poco conocedora de las artes tauromáquicas y poco informada al respecto. Pero dado que estos grupos llamados antitaurinos han abierto un debate, no sobre el arte de la lidia, sino sobre lo que ellos llaman defensa de la dignidad animal, es por ello que me permito tratar el tema. Es ese empeño de algunas personas en, o bien humanizar a los animales o bien animalizar a los humanos.

Quiero separar claramente este tipo de defensas de lo que normalmente se denominan causas ecologistas. Yo mismo soy una persona preocupada por el medio ambiente y de la opinión de que el efecto del hombre es, sin lugar a dudas, el principal factor del deterioro de nuestro medio. Y aclarar además que desde luego convivo y respeto a todos los animales. Pero pensando en este tema antiturino he encontrado la razón por la cual yo no comulgo esta idea: y es por coherencia y por no ser hipócrita. Me explico, sería hipócrita por mi parte decir que sufro por la muerte de los animales cuando llevo toda la vida alimentándome de ellos. Vale, no los mato yo, los matan otros y no lo hacen en una plaza ni con público, vale y lo mismo lo hacen más directamente, también, pero al fin y al cabo para mí es lo mismo, un animal que muere. Por ello espero que todos los antitaurinos sean, también, vegetarianos. Y no suelten la pancarta y se pongan en casa a comer churrascos.

Por lo que acabé pensando en el vegetarianismo. Es indudable que comer verduras es algo sanísimo, pero lo es dentro de una dieta equilibra y sobre todo, omnívora. Si, yo soy una persona muy natural y lo natural en un ser perteneciente a la especie humana, por mucho que le pese a los vegetarianos, lo natural, digo, es comer de todo, tanto vegetales como animales. Así ha dotado la naturaleza a nuestro organismo. Aún así puedo aceptar que una persona renuncie a la carne por los motivos que sean, cada uno es dueño de su cuerpo. Pero si lo hacen por no querer ser los responsables de la muerte de un animal, ya he dicho que lo respeto, pero tampoco lo comparto. Me vuelve a parecer un poco hipócrita. Me vuelvo a explicar: está muy bien no querer ser el responsable de la muerte de un animal, pero ¿qué pasa?, ¿que los animales tienen más derecho a vivir que las plantas? El animal cuando lo matas sufre, se queja, si. Por supuesto que la lechuga cuando la arrancas de la tierra y la deshojas no se va a quejar, no tiene medios para ello, no la vas a ver sufrir. Pero no deja de ser un organismo vivo, compuesto por células vivas, que tú vas a manipular para que te sirva de alimento, y seguro que sufre igualmente aunque no lo percibamos. Con lo cual acabas siendo vegetariano porque los vegetales no se quejan cuando los matamos, así no nos enteramos. Ahora que lo pienso, menos mal que no se quejan porque habría gente que tendría que alimentarse del aire.

Resumiendo. No soy antitaurino (ni taurino) porque no soy vegetariano. Simple ¿no?. Puedo admitir que haya gente a las que no le guste tal evento por los motivos que sean, o personas a las que simplemente no les gusta ver morir a un toro de esa manera. Pero me parece tan respetable como aquellos a los que si les gusta y disfrutan de la lidia.

Y para acabar, una tontería. He exprimido naranjas para hacerme un zumo con un exprimidor eléctrico, que para las pobres naranjitas debe ser peor que morir por garrote vil, y he observado que si cortas y exprimes una naranja no llenas ni medio vaso. Pero es que cuando abres la segunda naranja, te das cuenta de que ésta siempre, pero siempre siempre, tiene mucho más jugo que la primera y acabas bebiéndote vaso y medio de zumo. O eso, o dejas media naranja secándose en la nevera.

jueves, 15 de mayo de 2008

Dinero público para fines privados

Se ha dado a conocer estos días, en todos los medios de la bahía, el visto bueno que la Demarcación de Costas de Andalucía ha dado al proyecto para la construcción de un restaurante-mirador en la plaza de Santa María del Mar, con hermosas vistas hacia la playa del mismo nombre. Os hago un breve resumen: El Ayuntamiento de Cádiz pagará (con nuestro dinero público, claro está) la mitad del coste del proyecto, además de ceder el suelo (suelo público también, para uso y disfrute de todos, que pasará a ser, ahora, para uso, disfrute y beneficio del empresario hostelero Pablo Grosso).

Muy bien señora alcaldesa, muy bien. Dinero y suelo del ciudadano para el beneficio empresarial del dueño y señor de los caterings de la bahía. ¿Para cuando suelo y dinero público para la creación de viviendas, o para la rehabilitación y recuperación de las ruinosas viviendas, prácticamente abandonadas, que pueblan las calles de nuestro centro histórico? Ah claro, disculpe. Olvidaba que a Doña Teófila Martínez no le interesa la forma y el estado en que comemos, dormimos y vivimos en Cádiz. Le interesa mucho más que los extranjeros que vienen de vacaciones coman y duerman mejor que nadie.















jueves, 1 de mayo de 2008

El padre de Blancanieves

El pasado Domingo 20 de Abril volvía en tren desde Córdoba, en el tren más barato que hace el trayecto Córdoba – Cádiz. Antes de subirme, el andén estaba absolutamente atestado de viajeros con sus respectivos equipajes y, aunque estaba anunciado por qué vía aparecería el tren al que debíamos subir (vía 8), hubo un momento de desconcierto debido a un trasbordo inesperado y ninguno de los viajeros pudimos aclararlo ya que no había ningún encargado de estación al que preguntar. Consecuencias: salimos con un retraso de casi veinte minutos y incluso algunos viajeros subieron al tren equivocado. En mi tren no se vende los billetes por asientos y es común que se vendan muchos más billetes que asientos disponibles y acabemos algunos sentados en el suelo o sobre las maletas. Maletas enormes donde puedes meter lo que te de la gana pues no van a ser escaneadas.

Mientras, por la vía 2, salía un AVE con puntualidad cronométrica, con todos los viajeros dispuestos en sus diferentes coches y asientos, y todos y cada uno de los bultos de equipaje escaneados y dispuestos en su sitio. Recuerdo que pensé, “ya no sólo se paga la puntualidad, sino también la seguridad, manda huevos”. Esto no es una reivindicación ni nada por el estilo. Si hubiera que registrar todo lo que entra y sale a diario de un tren de cercanías o media distancia todo sería mucho más lento, patatín patatán. Sólo hago esta reflexión porque seguro que despertaría la curiosidad y el interés de la autora que dos días antes había tenido el placer de oír y saludar en el marco de Cosmopoética 2008, Belén Gopegui.

Es curioso contrastar la aparente fragilidad, la amabilidad, cierta timidez, y eterna juventud de esta autora, con la convicción de sus ideas y argumentos y esa forma de expresarlos, con la misma naturalidad con la que luce desde siempre sus prematuras canas. En el libro que aquí recomiendo (y en el conjunto de su obra, igual de imprescindible) encontraremos una visión de la realidad que no podremos encontrar en el discurso dominante de las grandes empresas de comunicación que controlan lo que se publica en España. Es lo que tiene plantear seriamente los problemas de un sistema, el capitalista, que todo ha engullido. Y quizá por ello con su anterior obra (El lado frío de la almohada), dónde hablaba a través de sus personajes de la situación cubana, muchos medios se le acercaron pensando que diría aquello de “no me hago responsable de las opiniones de mis personajes”, pero no, se encontraron de frente con sus ideales inamovibles. Quizá algunos de aquellos medios luego se arrepintieron de dar voz a quien está en contra del sistema que les permite enriquecerse.

Pero Belén tiene la virtud de hablar desde la realidad, o mejor decir desde lo cotidiano. Por ello en sus obras es lo suficientemente inteligente para no ser panfletaria, para huir de la moralina sin dejar de exponer disyuntivas morales, de exponer reflexiones en una novela sin resultar jamás pedante. Y encima juega con estructuras narrativas diferentes y originales, así como es poseedora de una prosa elegante y acertadísima en la voz y el uso de la metáfora.

En definitiva, una recomendación segura. Una voz única por estilo y por idea.