sábado, 31 de mayo de 2008

París no se acaba nunca

"Después de vivir en París, uno queda incapacitado para vivir en cualquier sitio, incluido París"
John Ashbery


La segunda reseña literaria del mes va para el último libro que he acabado (anoche), y también para uno de los escritores que más he leído recientemente. Puede que este libro de Vila-Matas no vaya a formar parte de sus grandes obras (El viaje vertical, El mal de Montano o Doctor Pasavento), ni tampoco esté entre sus grandes libros de relatos (por encima de todos Suicidios ejemplares), y no lo estará porque ni es un conjunto de relatos, ni una novela. Tampoco son unas memorias aunque sea claramente autobiográfico, ni una trascripción de una conferencia como quiere su estructura hacernos creer. Es una particular apuesta narrativa en la que, a pequeños sorbos, el autor nos relata sus vivencias en el París más bohemio. Y digo a pequeños sorbos porque el libro, de sólo 233 páginas, está fragmentado en nada menos que 113 capitulo-fragmentos. Desde que lo empecé advertí que era un libro para disfrutarlo en pequeñas dosis. Además esas dosis las he espaciado en el tiempo (mientras que leía sólo unos fragmentos a la semana he leído también otras obras) y las he degustado como una taza de té bien caliente.

Descubrimos aquí un Vila-Matas más liviano y divertido que nunca. Con su humor irónico (verdadero tema central de la obra) y sin dejar de lado esa implicación que requiere del lector para que busque entre sus páginas lo que de verdad está en ellas. Tema delicado este de la verdad, en un autor que se ha convertido en su propio personaje literario y en el que ya es imposible separar realidad de ficción. Y tiene su lógica, mas cuando uno se enfrenta siempre a un libro de Vila-Matas sabiendo que va a leer una obra que utiliza la propia literatura como vehículo para narrar su historia. Algo ya indisoluble en la nueva narrativa hispana que quizás tenga en su máximo exponente al tristemente desaparecido Roberto Bolaño.

Dejo la recomendación ya aquí para que descubráis a este autor si aún no lo habéis hecho. Sería un buen comienzo iniciarse con este París no se acaba nunca, tal vez seguir con Bartleby y compañía y ya perderse de tal modo en su mundo literario, de personajes fantasmagóricos que deambulan por una ficción que puede que no sea tan ficticia.






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